lunes, 9 de abril de 2012

Una de estudio

   Después de todos estos años de estudio (y los que quedan) he aprendido muchas cosas (si, que al rato se olvidan, pero bueno, aprendidas están) pero ninguna, repito, ninguna es como la de lo interesante que se vuelve una simple bola de goma cuando tienes un examen al día siguiente. Esa bola que en su día, hará unos 10 años, compraste en cualquier centro comercial y que ha conseguido captar toda tu atención hasta que te das cuenta de que tienes que empezar a abrir los libros. Nos acomodamos bien en la silla y abrimos el libro, el primer paso está hecho. Después de una rápida miradita a los temas que van, el estudiante cree oportuno ir a por algo para comer, ya que después del gran esfuerzo hecho se merece una recompensa. Entonces es cuando nuestro querido ordenador se cruza con nuestra mirada de vuelta de la cocina y no podemos reprimir nuestras ganas de ver cualquier gilipollez en internet o incluso a pasarnos el buscaminas en el nivel más difícil, todo es bueno. Deespués de una horita y con el estómago lleno, el estudiante cree que ya es hora de ponerse en serio (no sin antes ir al servicio). Entre que no se empieza a estudiar antes de las 6 y todo lo pasado durante este tiempo, se nos hace de noche, es decir, la hora de la cena. Cuando había conseguido dejar de lado todos sus pensamientos y metido de lleno en el estudio, justo en ese momento (allá a las 9 o 9:30) el estudiante recibe un grito, que es como una especie de salvación pero, sin duda, siempre está ese sentimiento de culpa de no haber empezado antes. Por este motivo es por el cual nos comemos el bocadillo o lo que sea que haya para cenar a una velocidad que no estará muy lejos de la de la luz y nos deja esa sensación de no haber comido nada cuando acabamos. Toca volver a la habitación, toca volver a superar esos pensamientos que impiden la concentración, pero se nos cruza de nuevo la mirada con el ordenador...nada hay que ir a estudiar...giramos la cabeza...LOS SIMPSONS! El estudiante cree que por 5 o 10 minutos que esté en el sofá relajado no va a cambiar su nota al día siguiente. Después de mínimo media hora el estudiante vuelve a su habitación, no sin antes hacer una trastada a su herman@ claro está. Conseguimos llegar y vemos el libro abierto por la segunda página, esto nos desanima más aun de lo que ya estamos. Después de volvernos a concentrar (normalmente este es el período que más tiempo pasamos frente al libro) vamos mirando la hora de vez en cuando con desespero. Se hace la 1 y aún te queda un tema y no te sabes bien los anteriore.....¿solución?...claramente todo estudiante tiene que tener un Red Bull en su nevera. LLegamos a la cocina y conseguimos el ansiado líquido y nos lo vamos tomando poco a poco (se puede llegar a tal grado de desesperación y ansiedad y tomárselo de un trago). Estamos desvelados y seguimos estudiando y de golpe a repente se hacen las 3. A partir de esta hora el estudiante comienza a sentir serios síntomas de fatiga que ni el Red Bull puede contrarrestar. Es entonces cuando vienen las cabotadas, esos momentos en los que cierras los ojos por medio segundo y se te cae la cabeza encima del libro hasta que en una de ellas, el estudiante, queda dormido profundamente soñando con el examen del día siguiente....

1 comentario:

  1. ¡Qué razón llevas! Apunta maneras el blog, sigue así :D

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